-Lao Tzu.
Cuando los pocos se oponen al mundo, el mundo se opone a los pocos. Es la guerra que se arrastra desde la antigüedad. Los que poseían las armas y la fuerza bruta sometían a los que carecían de ellas, y así, éstos últimos aprendieron a armarse y defenderse, en incluso a atacar. Por ello los hombres armados aprendieron a mostrarse como los salvadores del mundo, y a inventar enemigos y terribles males de los que salvar a la humanidad: el demonio, el comunismo, el terrorismo organizado, etc... Se abrió la brecha que nos mantiene separados, a un lado y a otro del abismo.
Los hombres bajos se valen de la amoralidad del universo para hacer lo que les place sin importarles el sufrimiento que puedan generar con ello al mundo. Terminarán bajo el suelo como el resto de mortales, seguramente esto los atemoriza, y por ello se afanan en abarcar, controlar, gobernar, esclavizar, explotar y engañar, porque esto les permite disfrutar de bienes materiales y todo tipo de caprichos en vida.
Algunos reyes del pasado terminaron en la guillotina, otros han muerto ya de ancianos, seguros en sus hogares; pero sus descendientes han terminado siendo asesinados o desterrados por el pueblo. Ellos murieron, pero el gobierno ha ido pasando de mano en mano, mueren los gobernantes, pero el poder se mantiene, mueren las personas pero la vida continúa. Es una ruleta rusa, en cualquier momento pueden saltar por los aires.
Hoy en día, si alguien mata a otra persona es encarcelado y llamado asesino; si alguien mata a cien personas es llamado monstruo y condenado a cadena perpetua o a la silla eléctrica; el hombre culpable de la muerte de diez mil personas anda libre y vive rodeado de lujos, pero al mismo tiempo, se mantiene encerrado en su mansión, rodeado de guardaespaldas, temiendo que lo puedan asesinar. ¿Es esta situación, deseable para alguien?
Los altivos deberían volverse humildes, los ricos rechazar la riqueza, los revolucionarios y militares dejar las armas, los justicieros desestimar la justicia, los policías abandonar sus rangos, los enfrentados olvidar la ofensa...
Hablo de la vuelta a la sencillez sin distinciones, a la no diferenciación entre los innumerables opuestos, el retorno a la inocencia; jugando, siendo como niños. Esta continua enfrentación y mutilación entre hombres y mujeres, militares y civiles, amos y esclavos, ricos y pobres, vería su final.
Las estrellas parecen contemplarnos en silencio desde el oscuro cielo.
Lástima que las estrellas no nos iluminen lo suficiente con su claridad. El mundo camina entre tinieblas, y los que lo controlan se dedican a ir apagando luces.
ResponderEliminarTe recomiendo un libro interesante: "ELOGIO DE LA ANARQUÍA por dos excéntricos chinos del siglo III" (ED. pepitas de calabaza)
Voy a tratar de hacerme con él. ; )
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