lunes, 27 de febrero de 2012

El Tao es todo lo que hay en las cuatro direcciones,
en lo interno y en lo externo,
en lo profundo y lo superficial,
en lo pequeño y lo grande,
tanto arriba como abajo.

El Tao por lo tanto, es infinito, imposible de abarcar en su totalidad,
imposible de comprender, de atrapar, o de rechazar.

El hombre se cree distinto al Tao,
hace distinciones entre las cosas,
y de ahí surjen yo y tú,
inn y yang,
bondad y maldad,
moralidad e inmoralidad,
y la infinidad de opuestos.

El hombre que sigue el camino del Tao,
echa abajo las distinciones,
no discute ni se pelea con las personas,
y se muestra abierto y sincero.

Sus deseos no son ambiciosos,
por ello no se esclaviza.
Satisface sus deseos naturales,
por ello no condena al mundo.

1 comentario:


Sentado o dormido, un buda sigue siendo un buda