En una ocasión, un monje que sentía perder la fé y hasta la cordura, le preguntó a su maestro con escepticismo:
- Maestro, ¿es usted realmente un hombre iluminado?
- Un hombre realmente iluminado jamás afirmará tal cosa.
- En tal caso, ¿es usted un hombre iluminado?
- ¡Lo soy!
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