lunes, 1 de abril de 2013

Simplicidad

La utilidad, qué cosa tan inutil.
La inutilidad, qué cosa tan útil.

Al final el conocimiento científico está demostrando su utilidad, su utilidad para mostrar su inutilidad.
Al final el esfuerzo resultará útil, útil para mostrar cuán inútil es.

Cada vez más científicos admiten que una dieta a base de alimentos naturales, sin procesar ni cocinar (que al fin y al cabo, es la dieta que llevan todos los animales salvajes de este mundo, a excepción del hombre), es la más adecuada y recomendable forma de alimentarse para tener una buena salud; no sólo previene la mayoría de las enfermedades actuales, si no que, en la mayoría de casos, también las revierte hasta su curación.
Si gracias a esta alimentación resulta que no hay degeneración física ni enfermedad que curar, resulta que no son necesarios ni médicos, farmacias, ciencia, clínicas dentales, medicamentos, ni industria farmacéutica para tener una buena salud.
Si el hombre y la mujer sólo necesitan comer así para estar sanos, resulta que tampoco son necesarios transgénicos, industria, tractores, gas, fuego, arado, ganadería, trabajo, esclavitud, o explotación alguna para poder alimentarnos.

A través de la observación de la naturaleza se desarrollaron la agricultura natural y la permacultura, cuya práctica ha demostrado que no es necesario remover ni arar el suelo, podar, utilizar fertilizantes, ni fumigar componente químico alguno, para que la naturaleza produzca por sí misma los más nutritivos y sabrosos alimentos.
Si resulta que podemos alimentarnos tan sólo de alimentos de la zona, resulta que no son necesarios ni aviones, ni camiones, ni trenes de mercancías, ni combustibles fósiles, para transportarlos desde otros lugares del mundo. Si además estos alimentos pueden ser conseguidos de manera tan sencilla, resulta que con cultivar frutales y recoger sus frutos, esparcir semillas y paja en los campos, y cosechar las verduras y granos que en éstos crecen, y cazar o pescar animales libres en sus medios, tendriamos tiempo para la artesanía y otros tipos de arte, el descanso, el juego, o simplemente, para contemplar y maravillarnos del mundo que habitamos y somos.

2 comentarios:

  1. ¿Y en qué momento perdí la simplicidad?
    ¿Y en qué momento necesité eso que no necesito?
    ¿Y en qué momento mi naturaleza se volvió no natural?
    ¿Dónde me perdí?
    ¿Dónde quedaron mis pedazos esparcidos?

    ¡Tao sálvame!

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Sentado o dormido, un buda sigue siendo un buda