Posiblemente a la mayoría de los hombres bonsai, la palabra bosque no nos sugerirá mucho más que la idea de un grupo de árboles más o menos amplio en medio de un valle o una montaña. Para los que no hemos tenido la experiencia de vivir o habitar uno de estos lugares, nos resulta del todo imposible imaginar lo que significa la magnificencia de un verdadero bosque vivo, vibrante, como los antiguos bosques que existían en esta península antes que cayeran bajo la hachas, los serruchos, y el fuego abrasador
El pino blanco reina en las montañas de los "parajes naturales" de la zona donde vivo. Prácticamente no hay otros tipos de árboles salvo en lugares muy dispersos. Estos pinos fueron plantados hace relativamente poco tiempo, pero se han extendido por todas partes. Su madera es flexible y ligera, además crecen velozmente en comparación con otros árboles, son útiles y por ello son utilizados para diversos fines. El problema es que impiden que se desarrollen otros árboles junto a ellos, acidifican el suelo, y lo peor: arden con facilidad.
En el pasado, los bosques fueron el refugio de los hombres y mujeres libres, el lugar de dónde extraíamos nuestro alimento, cazando, recolectando, pescando en los riachuelos o ríos, el bosque era el santuario donde celebrábamos el goce de la existencia, danzando, cantando, fornicando, descansando. Millas y millas de bosque se extendían en todas direcciones, con gran variedad de árboles, arbustos y plantas. Los animales paseaban libres de aquí para allá: los jabalíes removían el suelo buscando raíces y lombrices, las cabras masticaban las hojas y frutos de los arbustos, las liebres, ratones, y otros animalillos se escurrían entre sus madrigueras huyendo de halcones, búhos y águilas. Los peces se desplazaban con gracilidad descendiendo por grandes ríos hasta llegar al mar, o disfrutaban de la tranquilidad de las aguas transparentes de las pozas. Los caballos cabalgaban libres en los valles, y los lobos cazaban en manada para alimentar a sus crías.
Ahora sólo quedan algunas reservas naturales, el resto del suelo se ha convertido en monocultivos de naranjos, almendros, u otros frutales. La tierra se utiliza para cultivar hortalizas y cereales, pero está carente de vida; ni hongos, ni insectos, ni dragoncillos, serpientes, y en muchos campos ni siquiera hierba.
Se envenenan aire, tierra y agua para cosechar alimentos carentes de nutrientes. Los hombres y mujeres viven en ciudades, apelotonados en grandes edificios que se extienden por kilómetros semejantes a los avisperos, todos bien cerquita unos de otros, pero a años luz, paseando o conduciendo como desconocidos o enemigos sobre el asfalto.
En el pasado, los bosques se incendiaron para dar paso a los cultivos de cereales, inmensos árboles centenarios y milenarios fueron serrados para la construcción de navíos para las guerras y conquistas, las personas fueron expulsadas de sus hogares naturales para pasar a formar parte del rebaño de la cristiandad.
Hoy en día hasta las pinadas son incendiadas. Todos los años arden, aquí y allá, parajes naturales "protegidos", quedando reducidos a montones de ceniza, cadáveres calcinados y palotes carbonizados. Las leyes son modificadas para poder construir en territorios arrasados por el fuego.
Con cada uno de estos incendios intencionados, las posibilidades de retornar al medio natural disminuyen. La esclavitud debe continuar, pero ha de parecer un accidente.
Me gusta el nuevo diseño de este espacio. Por lo demás, concuerdo con tus palabras. Me parece un hecho terrible porque no beneficia a nadie, ni siquiera a quienes llevan a cabo semejantes actos. Un bosque destruido es una tragedia que nos une a todos en la miseria.
ResponderEliminarTodos ardemos en el fuego de la ambición desmedida del ser humano.
ResponderEliminarNecesitamos que las avionetas sobrevuelen las urbes, realizando descargas de agua para lavar las mentes de tanto engaño, de tanta manipulación, de tantos años de ego desmedido al mando del mundo.