Subí a remover la salsa de habas a la terraza,
y encontré un muro de nubes de infinidad grises sobre mi cabeza...
Los truenos y el viento se fundían en un rugido profundo, ininterrumpido, oscilante y terrible.
Parecía que el cielo se fuese a desquebrajar.
Lluvia y relámpagos,
echaba de menos vuestros sonidos. La tierra, los árboles, las plantas,
los animales, las piedras, y yo,
agradecemos vuestra visita.
¡Llueve, llueve, llueve, llueve, llueve!
ResponderEliminarEs el llanto del cielo por la pérdida de tanto bosque a manos de desaprensivos pirómanos.
ResponderEliminarLágrimas, lágrimas, lágrimas…
Pues ya podría haber llorado a tiempo para apagar las llamas...
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