miércoles, 25 de enero de 2012

La enseñanza de los huevos de chocolate

Los huevos de chocolate estaban caducados.
Eran dos, dos huevos Kinder, de los que guardan en su interior un pequeño juguetito fabricado en algún lugar de este mundo.
Aitana, mi sobrina de seis años, acababa de quitarle el envoltorio a uno de los huevos, y estaba caducado, pasado de fecha.
Toni, mi hermano mayor y padre de Aitana, le comentó a su hija que los cambiarían por otros el próximo día. Parecía lo más correcto.
Pero Aitana quería el juguetito, así que mi hermano rompió el huevo con cuidado y sacó el cacharrito de plástico amarillo, ¿que pequeña sorpresa ocultaría?. La niña lo abrió con espectación y sacó de su interior un cochecito de carreras, que de inmediato descubrió que al darle impulso hacia atrás, éste salía disparado a gran velocidad. Toni, volviendo a poner el cacharrito vacío dentro de lo que quedaba de huevo, y envolviéndolo de nuevo le dijo a Aitana que los podrían cambiar por otros dos el próximo día.
Mi sobrina ahora deseaba abrir el segundo huevo y descubrir qué sorpresa ocultaba. Mi hermano la contuvo: "el otro huevo no lo abras, así podremos cambiarlos, pero si abrimos este también a lo mejor no nos los cambian". Mi sobrina empezaba a impacientarse, le desagradaba la idea de tener que esperar.
-¡Aitana! - le dije yo -¿qué prefieres, tener tres juguetitos mañana...- toda la cuestión la comprendí de golpe-, o tener dos ahora?
-¡Dos ahora!- exclamó sin vacilar.
-Pero Aitana...- comenzó a decir mi hermano- entonces no tendrás chocolate.
Ella se mostraba indiferente hacia el chocolate, tan sólo miraba espectante el otro huevo. Entonces para hacer recapacitar a mi hermano dije:
-¡Perfecto, dos ahora!, ¿para qué esperar a mañana? Además, el chocolate ni lo quiere ni le hará ningún bien. ¡Ella quiere el juguetito en este momento!
Entonces, Aitana cogió el segundo huevo y lo abrió, el chocolate se rompió en trocitos sobre el mantel, y sacó el juguetito que contenía... ¡Un puzle! De inmediato se puso a montarlo.
¡Cómo son los adultos! Nos parece importar más la cantidad de cosas, que la maravillosidad del momento. Podriamos decir que los niños saben que no hay nada más que "ahora y aquí", aunque no sepan explicarlo; ni falta que les hace. Dile a una niña que "el ahora es todo lo que hay", te mirará con cara extrañada y ni siquiera entenderá lo que estás diciendo... ¡Ni falta que hace!

3 comentarios:

  1. ¿Es una anécdota que sucedió realmente?
    Me encanta el mensaje que transmite, sinceramente me resultó precioso :)

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  2. En primer lugar darte la enhorabuena por tu blog. Lo descubrí gracias al del amigo Pedrito Barrachina (actitudconsciente.blogspot.com). Siempre alegra seguir encontrando gente con inquietudes afines.
    En segundo lugar decirte que me ha gustado mucho este escrito, que me recuerda la historia de "tres por la mañana" del maestro Chuang Tzu. Yo tengo una hija de tres años y medio, y aprendo de ella todos los días.

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Sentado o dormido, un buda sigue siendo un buda